Cinco verdades sobre el chocolate y el cacao

Durante siglos, el chocolate ha sido celebrado, estudiado y, a menudo, malinterpretado. Entre las leyendas de los dioses, las recetas de los imperios y el ruido de la vida moderna, su historia se ha llenado de medias verdades.

Hoy te invitamos a redescubrir la verdadera esencia del chocolate. Cada verdad que exploramos nos acerca a comprender cómo este sencillo placer puede ser también una cultura, una ciencia y una expresión de alegría.


Primera verdad: el cacao nació más al sur

Se suele decir que el chocolate nació en México, y en cierto modo, es verdad. Los pueblos de Mesoamérica, los olmecas, los mayas y los mexicas, fueron los primeros en transformar el cacao en la bebida sagrada que el mundo reconocería más tarde como chocolate.

Sin embargo, la historia de la fruta en sí comenzó aún antes, en lo que hoy es Ecuador. Descubrimientos arqueológicos en Santa Ana La Florida revelaron vestigios del cultivo y fermentación del cacao que datan de hace más de 5000 años, aproximadamente un milenio antes de su presencia en Mesoamérica.

Las primeras comunidades amazónicas ya sabían que el cacao era fino y especial, seleccionando los frutos más aromáticos y almacenándolos en vasijas ceremoniales.


Segunda verdad: La pureza define la salud, no la oscuridad.

El chocolate negro suele considerarse un símbolo de bienestar, pero no todas las tabletas de chocolate negro cumplen con esa promesa. Los beneficios que asociamos al chocolate, sus antioxidantes, minerales y flavonoles, solo se obtienen cuando el cacao se cultiva y elabora con esmero.

Una tableta puede contener un alto porcentaje de cacao y aun así no ser pura si los granos se tostaron en exceso, la fermentación se realizó incorrectamente o la receta se enturbió con azúcar y aditivos. Esa pureza comienza mucho antes de la cosecha.

El cacao absorbe naturalmente los minerales de la tierra donde crece, por lo que la trazabilidad y el cuidado del suelo son esenciales. Los productores responsables monitorean sus terruños para prevenir la presencia de metales pesados ​​como el plomo y el cadmio. El chocolate elaborado con cacao cosechado de forma sostenible en tierras bien cuidadas conserva tanto su integridad como la pureza de su sabor.

El chocolate fino conserva su naturaleza nutritiva gracias a la pureza: ingredientes limpios, fermentación paciente, tostado equilibrado y respeto por su origen.


Tercera verdad: El porcentaje no define la excelencia

Muchos eligen el chocolate por su porcentaje de cacao, confiando en que a mayor número, mejor. En realidad, esto solo indica la cantidad de cacao que contiene, no la calidad de su cultivo o elaboración. Un chocolate al 90% puede resultar empalagoso si el proceso carece de precisión.

El chocolate de alta calidad depende de la proporción. Su sabor surge cuando la acidez, el aroma y la textura se equilibran mediante la artesanía y la técnica. El chocolate de alta calidad depende de la proporción. Su sabor se despliega cuando la acidez, el aroma y la textura se equilibran mediante la artesanía y el tiempo, guiados por las características de la tierra donde nacieron los granos. La excelencia no es cuestión de intensidad, sino de armonía entre el terruño y el artesano.


Cuarta verdad: El cacao de fino aroma desafía el amargor.

El primer bocado de cacao fino sorprende al paladar. No es simplemente amargo ni dulce, es complejo.

El cacao Fine Aroma posee la singular capacidad de absorber la esencia de su entorno. En Ecuador, cada región se expresa a través de su sabor: el cacao costero puede ofrecer suaves notas de umami y brisa marina, mientras que las cosechas amazónicas despliegan toques de frutas tropicales y flores silvestres.

Muchos aún asocian la calidad con el amargor, pero esa acidez suele indicar que el cacao se tostó en exceso o perdió sus matices. Cuando se elabora con esmero, el chocolate sabe a la tierra que lo vio nacer.


Quinta verdad: El chocolate es un aliado natural del cuerpo

Existen muchas ideas sobre cómo el chocolate interactúa con el cuerpo y la mente. Los hechos son más sencillos y mucho más agradables.

El cacao contiene muy poca cafeína. La sensación de bienestar que experimentamos tras su consumo proviene principalmente de la teobromina, un compuesto que favorece la concentración y el estado de ánimo sin causar inquietud.

Sus flavonoles pueden ayudar a la circulación y a la vitalidad del corazón, aunque su beneficio depende de la pureza y la moderación.

El cacao en sí no irrita la piel. Lo que suele causar irritación es el exceso de azúcar o lácteos que se añaden al chocolate industrial.

No hay motivo para la culpa ni la precaución. Entender el chocolate es redescubrir el placer mismo.


En Durca, creamos con respeto por la tierra y culminamos en el placer de la degustación, una celebración del origen, la artesanía y la vida.

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