Los artesanos y productores de Ecuador están dando forma a una sociedad moderna.
Gastronomía arraigada en el origen y la autenticidad.
En el corazón de Cuenca, en el barrio de Santa Anita, donde la luz del atardecer se torna dorada sobre los tejados de terracota y el aroma a pan horneado y vino añejo llena el aire… Aquí se encuentra el Club del Queso, un lugar que se está convirtiendo en un símbolo del renovado espíritu gastronómico de Ecuador.
Lo que comenzó como cajas de suscripción con una cuidada selección de quesos artesanales y panes locales pronto se convirtió en un punto de encuentro para quienes creen que el gusto puede ser una forma de cultura.
Las fundadoras María Augusta Naula y Erika Bermeo construyeron el proyecto en torno a la educación, la artesanía y la conexión durante la pandemia de 2020.
De cinco mesas en un modesto rincón de Cuenca, el proyecto creció hasta convertirse en un espacio refinado que ahora recibe a ochenta comensales, con cocina completa, bar de vinos y una bodega que alberga cientos de etiquetas.
El Club del Queso es una oda a la artesanía y a quienes dan sabor a Ecuador: los pequeños productores, los queseros y los viticultores. Cada mes, El Club del Queso organiza catas que reúnen a productores, sommeliers y marcas locales comprometidas con la calidad y el origen. Es un espacio donde los ingredientes ecuatorianos se elaboran con creatividad.
La colaboración
En septiembre, Durca Chocolate se unió a este círculo para “Explorando Sensaciones”, una velada de degustación diseñada para explorar el exquisito cacao aromático de Ecuador, acompañado de quesos y vinos. La colaboración surgió de valores compartidos: el respeto por la tierra, la admiración por los artesanos y la convicción de que el placer también puede ser conocimiento.
La experiencia reunió a veintiún invitados alrededor de una sola mesa. En lugar de maridajes preestablecidos, la velada invitó a la exploración: tres chocolates, tres quesos, tres vinos e infinitos caminos entre ellos.
La trilogía de los orígenes de Durca
Napo , originario del Amazonas, ofrecía una profundidad amaderada y la frescura de la fruta oscura.
La calabaza Mache Chindul , de Esmeraldas, reveló un suave sabor a nuez y la salinidad del aire marino.
Quinindé , de Manabí, llevaba frutas tropicales como plátano, guayaba y una cremosidad de galleta.
Los invitados participaron en la cata guiada por el sumiller. Algunos cerraron los ojos, describiendo los sabores como si evocaran recuerdos: un bosque después de la lluvia, el aroma de la madera, una costa lejana.
Vinos y quesos en diálogo
Cada vino, procedente de Italia, España y Argentina, aportó matices. Una nota efervescente realzó la dulzura tropical del Quinindé; un tinto intenso hizo eco del equilibrio terroso del Mache Chindul. Los quesos —blandos, semicurados y curados— completaron el diálogo.
No había reglas, solo descubrimiento. En una mesa, una inesperada combinación —un vino espumoso brillante con chocolate tropical— provocó risas. Alguien susurró: «Sabe a luz del sol».
Acerca del chocolate Durca
Fundada en Ecuador, Durca elabora exquisitos chocolates aromáticos que expresan el carácter de sus terruños: Napo, Mache Chindul y Quinindé. Cada creación encarna la dedicación de la Maison a la artesanía, la precisión y la tradición viva del cacao.
Acerca del Club del Queso
El Club del Queso, la principal comunidad de degustación gourmet de Cuenca, organiza experiencias mensuales que reúnen a artesanos culinarios, productores locales y entusiastas bajo una misma filosofía: descubrir a través del gusto.